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Mostrando entradas de enero 28, 2018

QUIEN BIEN TE QUIERE…

Manolita tenía ocho hijos y un marido que no la acompañó mucho en la vida, que juntos habían proyectado al casarse. Cerca sí estaban, pero tan lejos… Ella bregaba con la hacienda que poseían y con el cuidado y educación de sus hijos. Él bregaba con las cartas de la baraja y sus compinches, en el antiguo y sórdido café del pueblo. Algunas de las primas de Manolita le aconsejaban que dejara a su marido. A ella, eso le parecía una sinrazón. --¡Dejar a mi marido! ¡Qué barbaridad!--  Contestaba llorando. A  Manolita,  no la habían educado para actuar así. Solamente había aprendido a ser abnegada, resignada y trabajadora pasara lo que pasara. Y además, cuando algún día pasaba por el confesionario de D. Leandro, párroco del pueblo, se lo acababa de confirmar: --resignación, Manolita, resignación… piensa que te estás ganando el cielo aquí en la tierra--. Afortunadamente, Manolita contaba con un hermano menor que ella, al que adoraba, y con él, aparte de sus hijos, es con quien más le g

AUNQUE VIVAS UN SIGLO TRATA DE APRENDER SIEMPRE

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Daniel y Luis habían nacido en el año 1940. Cuando abrieron los ojos por vez primera ya estaban preparados para captar a través de sus sentidos muchos de los estímulos que les ofrecía la vida que empezaban a vivir. Largas lactancias al calor del pecho de sus madres, leche de cabra y sopas de pan conformaban su alimentación básica. Jugaban con todo lo que se ponía a su alcance y cada día iban descubriendo nuevas cosas de su entorno. En la escuela aprendieron a leer repitiendo una y otra vez las palabras que formaban con las letras del abecedario; luego fueron frases cortas como aquella que tanto les gustaba: “Mi mamá me ama”. También aprendieron las cuentas de sumar, restar, multiplicar y dividir. Cuando tenían doce años ya estaban aburridos de repetir las mismas lecciones, hacer los mismos problemas de peras, manzanas y trenes que tenían que encontrarse en un punto determinado. Lo que les gustaba era jugar al escondite por las calles del pueblo, dar sustos a los pájaros con sus ti